¿FUI EL CULPABLE?
Tenía 7 años y había pasado toda
la tarde solo en el valle, como lo hacía
desde hacía unas semanas, desde lo que paso solo buscaba una forma de
comunicarme con ella, con mi madre, que siempre estaba cansada y nunca
encontraba las palabras adecuadas para relacionarme con ella.
Llegue a casa y todo estaba tranquilo,
sentí un ambiente de paz y en tan solo unos segundos recuerdo que era la hora
de siesta para los niños. Así que leo un poco mientras espero a mamá con la
cena lista.
De pronto mi madre llega
empujando la puerta de la calle con bolsas en los brazos y manos ocupadas en
abrigos y paquetes, ingresa a la cocina en la que me encuentro y pese a su
notable cansancio y el peso de un día más de trajín en el trabajo que mantenía pero
odiaba, me saludo con un beso seco y me pregunto que como me había ido en el
colegio. Estaba a punto de decirle la verdad, pero preferí decir un quedado
bien.
Continúo fingiendo que no pasa
nada y pasando las mañanas en el Valle, por momentos de aburrimiento, en otros.
Al tocar la hora de salida de los demás me dirigía a casa…lo que hice durante
meses.
Mas el día que temí que llegara,
llegó. Las cosas dieron un giro cuando mamá conoció la verdad, yo su hijo,
llevaba meses sin pisar el aula y mi maestra se “preocupo” , decidiendo así
hablar con mamá y preguntándole algunas cosas que no supo contestar. Ya en casa
me pidió que le contara todo lo sucedido y así lo hice. Nadie sabía lo que me ocurría
y tampoco quería que lo supieran. Me encontraba en un momento de cobardía y
debilidad, me sentía vulnerable y asustado por lo que iba a enfrentarme. Junto a
mamá buscamos soluciones y en cada conversación solo habían lagrimas por su
parte, ella no quería que me siguiera afectando, supongo que se había sentido culpable,
pero sé que no es cierto.
Juntos fuimos a pedir ayuda para
que lo que me paso no le ocurra a demás niños, y regresando me aísle al rio, ahora
el valle se había convertido en parte de mí, pasaba tiempo de más allí y me
ayudaba a pensar el ambiente.
Una semana después me encontraba sentado
frente a muchas personas, querían que hable sobre lo que paso, pero me negué ya
se lo había contado a mi madre y creí que fue suficiente pero está claro que no
lo fue ahora lo que sentía me hacía sentir destrosado, había cambiado y crei
que fui culpable. El llanto de mamá pidiéndome que hablara hizo que dijera
todo, todo.
Estábamos la maestra y yo solos
en el salón de clases a la hora del recreo, ella odiaba a Martin, siempre lo
insultaba y humillaba, el era interactivo, su familia eran de bajos recursos y
estaba enfermo, sufría de un retraso mental eh iba a acompañar todas las clases
por orden del rector. Salí por él porque estaba solo frente el salón. Cuando regresamos
nos sentamos y nos pusimos a dibujar, yo hice unos aviones y Martin dibujo a la
maestra con corazones y su nombre, parecía alegre. Se paró para enseñarle el
dibujo a la maestra, quien mientras lo observaba se expresaba de mala manera
hacia Martin, así que él se lo arrancho de manera violenta por lo que la
maestra lo comenzó a golpear demasiado , no supe como parar lo que sucedió no
supe cómo defenderlo creí que Martin ya había muerto cuando la maestra me cogió
de los brazos y me pidió que me fuera a empujones, antes de irme me sentí casi
destruido, no pude hacer nada para salvar a mi amigo no entendí como las
personas podían hacer tanto daño, ella me miro muy fijamente y me dijo que si contaba
esto a alguien iba a golpearme a mí también, así que me fui y toque la alarma
del salón de clases para que alguien se acerque allí y vea lo sucedido.
Cuando termine de hablar mamá me abrazó
muy fuerte y me dijo que las autoridades se iban a encargar, la solté y le
pregunté si ellos traerían de vuelta a Martin y me dijo que era imposible, pero
que evitaría que siga sucediendo. Me sentí la peor persona porque creí que el resto de los días que no dije nada le pudo
haber pasado a alguien y yo no ayude, en esos momentos creí que solo yo fui el
responsable
Rodeo a mamá con mis brazos y
ella las suyas en mí, de pronto suenan risitas por la puerta y entra un
jovencito, estaba en sillas de ruedas pero estaba vivo, mi corazón salto de
sorpresa y me quede parado casi sin poder hablar, de la misma forma que lo hice
cuando Martin fue golpeado. Era él, se me acerco y me dijo: gracias. Gracias
por tocar la alarma de salón de clases, te quiero. Y me di cuenta que me estaba
castigando yo solo por algo que no hice vivi meses de tormento por creer que se
murió por culpa mía. Él apareció de la nada y todo sucedió tan rápido estaba
emocionado.
Después de todo lo ocurrido mamá no
ha perdido comunicación conmigo, se da tiempo para mi y juntos nos sentamos en el valle junto a los árboles, Martín y yo asistimos a una nueva
escuela y a nuestra ex maestra le dieron un castigo y fue encarcelada. Ahora me
doy cuenta que salve a mi mejor amigo y siempre supe que si somos prejuiciosos
y tenemos sentimientos negativos hacia alguien cometeremos errores que no
tienen perdón.